Rayos bermejos iluminaban el paraíso
enrojecido y furioso
Un lamento sinuoso se escuchaba escondido
entre murallas de
cartón y un falso friso
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Todo era quietud, sin temblor
No se escuchaban palabras de amor
y allí, escondida,
amarga la tragedia, herida
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Asoman los cornejos, de mirada estropeada
de la verdad muy lejos
Rodeabanse de una extensa rama
para no dejarse ver, en siniestra calma
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Lagrimeaban gotas rojas
acariciando un lobo herido refugio de sus pies
Pero no percibían al rebaño degollado
que yacía, inerte, a su lado
don dumas
Sin duda, un retrato real de nuestra cotidianeidad. Tu forma de poetizar momentos tan poderosos, me encanta.
ResponderEliminarTienen muchísima garra tus poemas.
Certero tu comentario sobre nuestra cotidianidad. Como me alegra que te guste leerlo
ResponderEliminarMuchas gracias!!!
Un abrazo
"-Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos. —Lo esencial es invisible para los ojos —repitió el principito para acordarse"
ResponderEliminarCuanto más crezco, más lo entiendo.
Cuanto más siento, menos veo... hasta pasado tiempo.
Mi abraz☆ siempre
Y si no se tiene corazón se está ciego: jamás se verá lo que nos toca o nos rodea.
ResponderEliminarHermosa cita. Te doy gracias por tu compañía lectora.
Un fuerte abrazo!!
Dura realidad... que se prefiere no ver, ignorar, No afrontar
ResponderEliminarFantásticas tus letras
Dura realidad... que se prefiere no ver, ignorar, No afrontar
ResponderEliminarFantásticas tus letras
Muchas gracias por tu lectura y tu comentario
EliminarUn saludo
Son los velos de la vida... La nuestra.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Mil besitos en la noche.
Esos velos que no dejan ver...
ResponderEliminarUn placer que me leas. Gracias
Besos