Agosto 2020
En esas noches alejado de mi
paraíso
me custodiaban negras estatuas del
mal
Sería serpiente mudando el espíritu
Besando el lado oscuro con mi
lengua viperina
Guiaban mi vehemencia descarriados faros
asidos en manos de la mujer vestida
de gasa
Incendiaban con su luz mis oscuras tentaciones
Se transformaban en mentira
Al calor embriagador de todos los
lujos
Perdí mi escrupulosa razón solo por
descubrirte
Escondida en irradiante vaselina
Surgían prisiones que dormían en mi
interior de dragón
arrullando en su letargo, a mis
suspiros de bruma
penacho donde mantengo mi
determinación
Me hablaste del reino de las cosas
extraviadas en la leyenda de un río
dorado
Aún llegaron ellos
Aquellos días temblorosos,
perfumados por la sutil Atenea
Resonaban en su aire como música
del cadalso
Y ahora retrocedo de mi delirio con
mis dedos adornados
Hasta este salvaje desplante me
llevan
Desfalleciendo en mis tres visiones
Posan sonámbulas
golondrinas de aire
a las puertas del tabernáculo
Entreabiertas al desvelo
Para hablarnos con su verduzco aleteo
Con sus picos de gloria martillean
Sin mentar al maldito nombre
Dios cava nuestros días con la profundidad del fin
Nos dicen
En grises grietas
Profundas
Alejadas del enredado vuelo
Tan mísero, que se diluye cuando crece
Y se cae
Se ha despertado el infierno
Nos repiten
Son las voces del inmaculado
designio
Demandando deudas germinadas en nuestro camino
Acuchilladas en un mecano de sombras
Arderán hasta las flores
Pero yo aún me recreo en mi eterna
impostura
don dumas