26 Agosto 2019
Hoy descubro que no hay ni medio poeta en mí cuando leo en los ríos de Rimbaud. Sentado en el trasluz de mi semejanza, en el travieso reino surgido de entre los malos reinos, me dejo llevar por las vaporosas divagaciones del niño pájaro.
Me traicionan sus “Iluminaciones”; delatan la mediocridad que acumulo entre mis letras.
Me traicionan sus “Iluminaciones”; delatan la mediocridad que acumulo entre mis letras.
Creyendo perpetuar sus visiones entre mis dedos, me giro entre una lluvia de duelos inesperados, embriagado aun por sus iluminadas palabras. Orbito el espeso mundo, acumulando sed por respirar. Incontrolado. Siento el incomodo placer entre mis manos. Espero entonces: mi esténico cuerpo reposará en la inconsciencia, acariciado en la penumbra de un colchón, mullido con plumas ignotas. Mis manos pegadas al alquitrán; y el hollín del misterio haciéndose paso, entre mis cejas.
Una brizna de luz, simulando un caramelo endulzado, ilumina desabridas notas de mi ignorancia, tan amarga, con cientos de bocas susurrándome adivinanzas, incrustadas de metáforas; las caras soñadas riegan mi estancia con sus gotas rebeldes. En su lasitud, los grises espíritus retiran cortinas, tan viejas en otro mundo, haciendo visible los esperpentos, ya dislocados mis estremecidos sentidos, inundándome con sus encendidas palabras, me hierve el ambiente.
Adivino un coro de voces ascendiendo la empinada montaña, rocosa, y distraída de tus ojos. En ecos de metal, hundiendo en mis entrañas el azul sonido del gozo.
Ya he regresado de la mortífera guerra entre odiosos hermanos. Vuelvo a escuchar afilados sonidos, silbando muecas repletas de profecías. En palabras de cristal jadean. Atrás, extinguida, quedó la exigua razón ¡Muerta al fin! Arden ya todas mis sombras rendidas al dichoso instinto.
don dumas
Adivino un coro de voces ascendiendo la empinada montaña, rocosa, y distraída de tus ojos. En ecos de metal, hundiendo en mis entrañas el azul sonido del gozo.
Ya he regresado de la mortífera guerra entre odiosos hermanos. Vuelvo a escuchar afilados sonidos, silbando muecas repletas de profecías. En palabras de cristal jadean. Atrás, extinguida, quedó la exigua razón ¡Muerta al fin! Arden ya todas mis sombras rendidas al dichoso instinto.
don dumas
Ese niño no deja nunca de acicalar sus alas en tan hermoso vuelo de la palabra. Tan pequeño como inmenso su revoloteo, a ras de cielos e infiernos, y, siempre, abrazado al delirio del poeta que sucumbe sin remedio a los entresijos de los sentimientos, dejando esas huellas a las que asirse para reconocerse entre las sombras que acechan…
ResponderEliminarHermoso y profundo. Tus letras (me) llegan.
Un placer, querido amigo.
Abrazo, y feliz finde.
Ginebra, haces con tu comentario un retrato espectacular y bellísimo del poeta y la poesía. Tu pluma es mágica.
EliminarGracias por esta hermosísima visita.
Abrazo. Feliz finde
En esta ocasión leo un texto que es un monólogo interno, una especial autocrítica ante la perfección de otro autor.
ResponderEliminarNO creo en la mediocridad de tus textos. Estamos siempre aprendiendo. Vamos de la mano de aquellos autores que admiramos, ellos nos guían,nos enseñan, nos cambian la vida.
Despiertan a ese niño que busca, a ese poeta que clama por poder expresarse en toda su plenitud.
Yo leo tu texto y te veo reflejado en esta especial autocrítica, que es pura poesía.
Poder expresar ese dilema interno del sentir, del querer escribir sin llegar nunca a estar satisfecho. Dejarse embarrar por la palabra, romperse, caer en picado por la rocosa montaña, cada palabra deja una huella, cada autor deja su herida o su luz. Inevitable.
Un beso!
Y yo leo tu respuesta con tus bellas palabras, siempre tan sinceras, naturales, tan certeras. Sobretodo me impacta la observación que realizas sobre la palabra y el autor, dejándonos su huella o su luz.
EliminarNo puedo evitar sentirme muy pequeño cuando leo el talento, aun siendo este tan precoz como el de Rimbaud, o de cualquier otro autor aun no siendo tan conocido o siquiera no habiendo publicado. Hay tanta belleza ahi fuera.....verdad Luna?
Un beso
Absolutamente de acuerdo contigo... Es verdad que no hace falta que sea un autor conocido, hay tanta belleza en la poesía aunque sea anónima, que a veces me descubro absolutamente entregada a dejarme llevar por esos versos. Indudablemente los o las autor@s conocid@s, son una especie de referencia en los que amamos expresarnos a través de la palabra.
EliminarMi primer autor referencial en mi adolescencia fue Lorca. Ahora me doy cuenta de que mis referentes son de habla hispana. Qué curioso. Ves? Otra cosa nueva aprendida.
Hay mucha belleza ahi afuera Don!
Otro beso!
En lo ambiguo de la mente residen esas sombras que nos hacen naufragar, zambullirnos en mares oscuros del pensamiento. Pero el poeta que anida en el corazón siempre fluye alimentando y alentando la luz que su don. El tuyo, sin lugar a dudas.
ResponderEliminarMil besitos con cariño, don dumas.
Siempre me gusta leer ese perfume que desprenden tus palabras que embriagan sensaciones que anidan, como bien dices, en el corazón.
EliminarBesos Auroratris. Feliz noche
Dichoso instinto...?
ResponderEliminarsi le hiciéramos mas caso...
Besos.
Y es que la razón es como un espejismo que habita el ámbito de todos y el instinto solo pertenece a cada uno
EliminarBesos Laura
Me gusta esa confrontación entre; el niño pájaro y ver las manos pegadas al alquitrán.
ResponderEliminarEs una magistral forma de reflejar el devenir de los sueños; nacen ligeros y luego residen enquistados en el alma... Es la eterna insatisfacción del ser humano.
Adoro tus letras. Besos Don Dumas.
Gracias Marisa. La confrontación hasta con los propios versos. Y en mi caso siempre insatisfecho con ellos. Los míos. Siempre me queda la huida hacia el brillo de otras palabras.
EliminarBesos escritora