OCASO DE OCCIDENTE I
Una
pasión destruía su interior,
arañando sus instintos.
El
mundo se
quemaba en su
mirada, caía fulminado,
temblaba.
¡Veo pero
no toco la
tosca
realidad !
Y
el Tiempo, en lento recorrer,
con
su velo iba cubriendo al pasado,
tapando y concertando
el
sentido de la consciencia.
Y
sólo quedan sombras, que no se mueven,
caras
sin rostro, que no penetran
y hombres con nombre y sin alma.
OCASO DE OCCIDENTE II
Los
ermitaños modernos atenúan
su cristalina voz.
Paradisiacos
mundos de alta definición
que mueven sus colas en agradecimiento.
No
pienso
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.