La presta guerra no mereció tanto
honor, así hablaba mi visión
Gusanos de sombras mordían sobre el
campo del horror,
paleando entre sonrisas arrancadas
Sus santas y vírgenes esperan de la
muerte una única mirada
incrustadas en el despreciado dolor
Los muertos sueñan,
duerme la guerra,
en las alas del precipicio
Es extraño su carcomido color de
zorro
Los adioses yacen encerrados entre
matojos de escarcha
profundo el remar de las lilas acercándose
al tormento
Suena tras la ciega espalda su estruendoso
concierto;
las dudas flotan sobre ciénagas
errantes, sobre flores que se marchan
Y se manchan con la sangre de un
olivo
¡Marchitado aceite en los ojos de
Eva!
Se rompe el frío al otro lado, crujen
los témpanos al roce de miradas
su atracción gira sin escote deslumbrando
sin alma
pasean sobre el destino las flemas
del mal, erecta su calma
Hermosa presencia es la muerte, nos
abruma, susurrante con sus pisadas
Flirtean sus blasfemias al calor de
arbustos eternos
hijos del tercer padre alojados entre sus senos
¡cuánto ardía ese amor acariciando inservibles
sus cenizas!
Solitarios los hilos se hacen soga,
anudando lejanías, entre amarga luz nos desliza
don dumas
Boceto:
Nuestra guerra no merecía tanto
honor
Gusanos de sombras muerden sobre el
campo de batalla, los muertos sueñan
Duerme la guerra, en alas del
precipicio
El solitario hilo hace su soga
Las personas de los últimos días
prestan sus ojos
Observan, enganchados a los ojos del destino, la aguja hace sangrar los
puntos grises del amor
Sus túmulos sombrean costas
inalcanzables
Bajo sus cuerpos me hice al perfume
de tu carne
Sentí el reino de la diferencia
don dumas
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